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(Carta a la redacción de El Soviet)1


29 de septiembre de 1931

 

Emprendéis la publicación de un semanario: es un serio paso hacia adelante. Esperemos que otros le sigan.

 

En España, como en el mundo entero, se han configurado tres fracciones en el movimiento comunista: la derecha, el centro y la izquierda. La derecha representa la combinación del comunismo con la socialdemocracia, el tradeunionismo o el sindicalismo, según las circunstancias  nacionales.

En España, como en otros países, la representación oficial de la Internacional comunista está en manos de los centristas, es decir, en la gente que oscila entre el marxismo revolucionario y las diferentes corrientes del oportunismo «comunista». La fuerza del centrismo en la Internacional comunista reside en el hecho de que se apoya en el aparato de estado de la U.R.S.S. En las actuales circunstancias, el centrismo comunista no es solamente una corriente ideológica, sino también un poderoso aparato estatal burocrático. Con una política zigzagueante, confusa, contradictoria, apoyada no sólo en su autoridad, sino también en los medios materiales de la Internacional comunista, el centrismo ha producido en los años siguientes a la muerte de Lenin, grandes estragos en la Vanguardia mundial del proletariado, y ha provocado ya el fracaso de varias revoluciones. En España, el partido comunista, a causa de la burocracia centrista, se mostró despreciable al principio de la revolución. La burocracia estalinista impide que se la critique, dicta su errónea política a las secciones nacionales, y al actuar de esta forma impide la educación de la vanguardia revolucionaria, y la formación de un partido comunista fuerte, independiente y seguro de si mismo. Este es el principal peligro que amenaza a la revolución española, que está avanzando poderosamente ante nosotros. Los grandiosos acontecimientos ocurridos en todo el mundo, y especialmente en el curso de la revolución española, han confirmado las posiciones principistas de los bolcheviques‑leninistas (oposición de izquierda). El partido oficial español, desmentido a cada paso por el curso de la revolución, corrige sus errores por medio de parcheos, apoyándose en nuestra crítica, utilizando nuestra línea principista, ya que el centrismo, por sí sólo, es vacío y estéril.

Sin embargo, a la fracción de los bolcheviques‑leininistas no le basta con tener una posición correcta sobre los principios: es preciso saber aplicar estos correctamente a los acontecimientos cotidianos. La estrategia revolucionaria necesita su correspondiente táctica.

La importancia de la publicación de vuestro semanario radica en que coloca a la oposición de izquierda española de cara a los acontecimientos corrientes y obliga a dar sobre ellos una respuesta revolucionaria consecuente. Esta es vuestra misión histórica bolcheviques‑leninistas españoles. ¡Es imprescindible doblar, triplicar, decuplicar vuestros esfuerzos! Es necesario que la voz de los bolcheviques‑leninistas resuene en todo el país, en todas las asambleas de masas. Vuestras tareas son grandiosas. La revolución no espera. ¡Ay de los que se retrasen! ¡Os deseo con toda mi alma que no os retraséis.2

 


 

Notas

 

1 El Soviet, n.º 1, 18 de mayo de 1931. Después de la aparición de Comunismo, la del semanario El Soviet respondía a las exigencias de Trotsky. Las dificultades financieras habían retrasado la realización del proyecto, que antes había hecho posible la ayuda monetaria y las promesas de Raymond Molinier, desde su paso por España

2 Trotsky pensaba que de hecho ya había un retraso considerable, a causa de las vacilaciones de Andrés Nin.

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